Hoy me preguntaron lo siguiente: ¿Cómo llegó Maradona a ser el mejor jugador de fútbol del mundo? Difícil responder esta pregunta, pero esbozo tres condiciones fundamentales, las que yo le ví, siempre, desde ese ya el lejano 1981, cuando la roja, la selección chilena se midió con Argentina, en el Estadio Malvinas Argentina.
A) Primero, el talento, algo inigualable y muchas veces indescriptible. La forma en que se relacionan su cuerpo y su mente con el balón, como un todo orgánico y armónico, un acto de coordinación técnica que es maravilloso, estéticamente único e irreproducible. La generación que le vio jugar en cancha y por la televisión, en un mundo del fútbol muy distinto al de hoy, seguramente no encontrará (encontraremos) nunca, en el presente o en el futuro, algo que se le asemeje. Para mi generación, los que están cerca de los 50 y un poco más, el duelo no es solo por la muerte del más grande, sino por la muerte del fútbol que les hizo enamorarse del fútbol.
B) Segundo, una capacidad física impresionante. Agilidad, fuerza, velocidad de reacción, que quedan de manifiesto en aquel maravilloso gol del año 1986 ante Inglaterra. Diego Maradona recorre 60 mts en el Estadio Azteca de México, en altura, con alta contaminación ambiental, propia de la ciudad de México, es decir, con menos volumen de oxígeno y con mala calidad del aire; corre eludiendo rivales con el balón pegado en el pie, desde la mitad de cancha, incluso un poco antes, si tomamos en consideración el arco argentino. Recorre esa distancia en un poco más de 11 segundos, con rivales encima, que los va eludiendo con un rápido spring, con una pausa en su movimiento veloz, midiendo a su rival que lo sale a enfrentar, y nuevamente sale enérgico, fuerte, saltando rivales y más rivales, soportando la ultima carga de un rival que lo barre, buscando el tobillo, luego viene el golpe final al balón, el gol. Una proeza, el mejor gol de todos los tiempos. Todo eso sintetiza esa capacidad física de Diego Armando Maradona, una condición que le permitió sobrevivir en un fútbol que fue mucho más rudo, no sólo en lo físico, del que vemos hoy.
C) Tercero, Maradona supo quién era desde muy temprano e intentó vivir con eso de la mejor forma que pudo (la exposición mediática, la fama, la tragedia y el triunfo de un país en sus pies - ¿quién enseña a vivir eso?. Esa consciencia de quién era, el mejor de todos los tiempos, le permitió ser quien fue, tener un “carácter”, una forma de relacionarse con el mundo y sus instituciones, que le permitió leer sus entornos y desafiarlos en la forma en que lo hizo. La historia de Nápoles y Maradona sintetiza todo eso, su talento y poder físico, más su carácter, fueron los factores que le hicieron liderar el enfrentamiento de Nápoles con el norte de Italia, y triunfar. Darle un triunfo a los que siempre habían sido derrotados. Esto con la pelotita en la cancha. Maradona fue consciente de ese hecho; ¿aquello fue un dón, un aprendizaje o la vida entendida como un partido?. Quizás el Diego de Villa Fiorito, sinónimo de pobreza pura, o el de Argentinos, en el momento juvenil y salvaje, el del pelusa, fueron los alumnos más aventajados, aquellos que aprendieron más rápidamente la lección de Albert Camus cuando señala que “todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol".
En síntesis, una figura, un icono, que con una pelota podía sostener los momentos más oscuros de las personas y darle, a la vez, sus alegrías más profundas. Ese ser tan prodigioso en la cancha era también un ser humano con virtudes y defectos, un ser total. Un hombre tan influyente pero a la vez tan precario, que sufrió de adicciones, que se equivocó, que vivió lo que las personas comunes podemos vivir, porque siempre estamos expuestas al error, a la imposibilidad de ser perfectos.