Depredadores
del área y de la vida, así son los goleadores de fútbol. Cada uno
en lo suyo. Hoy por hoy en el fútbol chileno no existe otro goleador
más carismático que Renato El tiburón Ramos. Ayer selló otra
noche gloriosa, mágica y surrealista. Hace 36 años que Palestino no
clasificaba para participar en un campeonato de la envergadura de la
copa libertadores; hace 36 años un goleador de culto como es Oscar
Fabbiani anotaba un gol para clasificar a Palestino a la copa
Libertadores; ayer el tiburón cumplía 36 año e hizo un gol, al
minuto 36, al filo del 37, que clasificó a Palestino. De culto, pero así es la
historia de los goleadores, hay siempre algo mágico en todo ello.
¿De
donde vino el tiburón? Hay mucha confusión respecto de esto entre
los que conversan el fútbol. Para mi siempre fue el goleador de
Antofagasta, de hecho creía que de ahí, junto al pacífico y a la fosa de Atacama, había nacido su apodo; otros deben
creer que nació en Chillán, al ser goleador de Ñublense; también hay quienes deben creer que nació en Viña
del Mar junto a la laguna Sausalito; otros pueden pensar que salió de las
canchas junto al mar en la octava región, y más de alguno debe intuir que vino directamente de alguna sala de la escuela de
oceanografía en la Universidad de Concepción; y para agregar más
dificultad a este asunto, el mismo Ramos declara que su apodo nació
en Santa Laura. Sin embargo hay una cosa clara, el
Tiburón Ramos tiene un hábitat reconocido y es en las profundidades
del área. Y en ese habitat, podemos trazar la cadena genética a la
que pertenece, la genealogía de su estirpe como jugador, la de un
tipo especifico de goleador chileno, cuyo máximo referente es Iván
zamorano.
Renato
el Tiburón Ramos pertenece a una genealogía de goleadores chilenos
que es extraña. Entre otros, Zamorano, Vallejos, Zambrano y Ramos. Veamos sus características y virtudes. En general son
jugadores fuertes; si gambetean la
prefieran larga y generalmente la usan dentro del área para eludir
al arquero. En ello son los mayores especialistas. También les
distingue el que juegan casi siempre sobre la linea de los 18 metros
cuando están en posición de ataque y cuando su equipo defiende se
instalan junto al primer defensa central; su misión, aguantar el
balón y generar la descarga. Este tipo de juego los hace derivar
hacia otra condición/virtud, el ser devoradores de la segunda pelota y más
aun, esa misma pelota, cayendo en el área, es casi seguro que va adentro de la meta rival. El arma preferida de estos goleadores es el cabezazo, una
peculiaridad poco común en el futbolista y delantero chileno. No solo es
el rechazo lo que los distingue, sino también el saber jugar el
juego aéreo, y en eso Ramos es el mejor rematador aéreo que, hoy por hoy, juega en la liga
chilena; sabe exactamente cuando saltar, donde
hacerlo y donde dirigir el balón. Finalmente, el secreto mejor
guardado de estos depredadores del área: la inteligencia en el
juego. Estos jugadores sobreviven en la alta competencia porque anticipan "la jugada" y los
movimientos de compañeros y rivales; ven lo que otros no ven y de
ahí que tienen ese mágico talento de estar donde siempre se tiene
que estar, esto para agarrar esa segunda pelota, para impactar el
centro al primer o segundo palo o para colocarse entre los centrales
y marcar, tal como lo hizo ayer Ramos en Parque Central.
Hoy es
un momento de alegría para Ramos y Palestino e inician un viaje que tiene muchas estaciones para visitar en pocos meses. En ese viaje jugarán una final, lucharán y le darán
brillo al campeonato chileno, con su fútbol, y participarán en el torneo más
importante de América, quizás el más difícil del mundo. Como los
grandes tiburones blancos del África del Sur, el Tiburón Ramos
navegará en distintas canchas de Chile y el
continente, junto a Palestino y sus luchas, e intentará hacerse
dueño de las profundidades del área en cada una de ellas; y ahí, el pináculo de la cadena alimenticia es el gol, el premio más
grande.