El año 2010, España gana el mundial de Sudáfrica. En aquel
campeonato, el juego de posición se cristalizó en paradigma futbolístico. En los
años siguientes, la distribución espacial de España y Barcelona, las dos
grandes expresiones de ese paradigma, aparecieron en múltiples fotografías que
dejaban ver una geometría futbolística perfecta. En esas imágenes destacaban el
triángulo relacional, la posición del tercer hombre y la ocupación de los
espacios. Además, ambos equipos producían enormes despliegues para recuperar el
balón en campo contrario generando una expresión avanzada de la presión alta.
El fútbol posicional tuvo un intenso proceso de divulgación.
Muchos actores del fútbol se maravillaron de sus características, especialmente
los niveles de posesión del balón y sus salidas construidas. La expansión del
fútbol de posición significó un proceso ideológico y que algunos asociaron con el
fin de la historia táctica y los modelos de juego.
En el año 2014, en el campeonato del mundo jugado en Brasil,
Alemania llevó a lo más alto el juego posicional. En aquella instancia, la selección
alemana desarrolló un fútbol posicional total, muy participativo cuando se
tenía el balón y extremadamente solidario cuando no se le tenía. En su mejor actuación
de la época, la selección alemana humilló futbolísticamente a Brasil a través
de una memorable goleada de 7 goles a 0.En aquel partido, Alemania interpretó
el juego posicional con un ritmo dinámico y alto.
Por otra parte, el año 2012, Pep Guardiola termino su relación con el Barcelona. El haber ganado todo con Barcelona y el juego posicional fue, paradójicamente, el fin de su carrera en el equipo catalán. Pep
tomó conciencia de que el juego de posición mutaría y que debía buscar un club
que le diera el espacio, el respaldo y el tiempo para innovar y trasformar. En
ese proceso, aún en curso, Pep ha buscado estas transformaciones en el Bayern y
el Manchester City.
Ha terminado la primera ronda del mundial 2018 y ya tenemos una
primera conclusión. El fútbol transicional ha desafiado el carácter dominante
del futbol posicional. Durante una década se fue fraguando una respuesta
táctica, emocional e ideológica al fútbol del medio centro con salida, de la
búsqueda del tercer hombre o el de la presión alta. La respuesta ha sido una
formula elaborada desde la centralidad de las transiciones, especialmente las
transiciones defensa y ataque.
Este nuevo esquema ya tiene patrones distintivos. La presión
alta ha desparecido de la fase defensiva. Ella es reemplazada por el repliegue
del equipo hasta quedar todos detrás de la línea del balón. La fase ofensiva,
como acto organizado en juego construido o directo ha dejado de ser dominante, para
dar paso a transiciones rápidas, organizadas y cognitivamente exigentes con
relación a la toma de decisiones. Podemos sumar más características, jugadores
intensos en las rupturas y las diagonales, mediocentros transicionales muy
verticales, presión sobre los receptores de la segunda línea de construcción
del juego posicional, etc.
Aún no sabemos quién ganará el mundial, pero sin duda
tenemos una certeza, el fútbol transicional ha desafiado al fútbol posicional.
Las respuestas que han emergido en la última década han terminado de fraguarse.
El mundial 2018 será recordado entonces como un hito en la inflexión que
significa, desde la gestión de los modelos de juego, el que aquello que
aparecía como el fin de la historia ya no lo sea.