Todas las semanas vemos los toques de distinción de Messi. Nos deslumbra con sus regates, con su diagonal, especialmente si va de izquierda a derecha moviéndose hacia la entrada del área. Lo
vemos anotar goles de todas las facturas posibles, eludiendo rivales en pequeños espacios, haciendo la gambeta larga, la corta, amagando, tirando túneles, sombreritos, picándosela al arqueros y hasta un cabezazo le hemos visto. Para que eso ocurra el resto de los jugadores deben trabajar una enormidad, y algunos de ellos pagar un precio muy alto como es el anonimato, el silencio y al final la opacidad de sus talentos y personalidades. En el Barcelona de Pep Guardiola los que pagan este alto precio no son ni los defensas ni los medios, sino los extremos y los delanteros centros. Lo paradójico es que el trabajo en la opacidad, en el silencio y la anulación de los talentos esta la base para la brillantez extrema de un jugador como Messi. El mediocampista argentino, como un gran hoyo negro se alimenta de esa energía, la succiona, la toma para complementar sus habilidades y brillar en lo mas alto del fútbol mundial. Lo de Messi no es nuevo, le paso a los delanteros del gran equipo de Brasil 70, a la Argentina de Maradona el 86, y al Barcelona de Pep y Messi. En los últimos cuatro anos, la presencia de Messi se comió a dos notables delanteros: Ibrahimovic y Villa. La próxima victima de este proceso es Alexis Sanchez.
Cada vez que veo a Sanchez en el Barcelona me voy transformando en un nostálgico del jugador que encaraba, bicicleteaba e intentaba superar al rival en un duelo cara a cara. De hecho el gol de Alexis que he soñado en el Barcelona lo hizo Vidal en la Juventus. La versión actual es opaca y muchas veces vacía de aquello que le había hecho distintivo a uno de los mejores punteros derechos de la historia del futbol chileno. La opacidad incluso se le aprecia en sus gestos y su rictus cada vez que juega el balón en el Barcelona para Messi y sus compañeros. El sentimiento de vacío queda expresado cuando Sanchez recibe el balón por banda, bien abierto, con un jugador veniendo a la marca y lo vuelve a poner en circulación hacia el borde frontal del área. Ciertamente no pocos argumentaran que esto es parte de la evolución de un jugador que fue considerado por muchos, no por pocos, como un jugador poco útil para los equipos, como un jugador que no entendía el juego (?), como un delantero que no era solidario ni colectivo para el desarrollo del juego, y que finalmente era pichanguero e irresponsable en la cancha de fútbol.
Algunos comentaristas de fútbol me han dicho que si Alexis quiere ser el mejor del mundo o acercarse al grupo de jugadores en el olimpo futbolistico tiene que dejar el Barcelona. Yo personalmente me resisto a aceptar esta tesis, aunque se que puede ser lo mejor. A pesar de se un jugador notable, de raza como lo definió Bielsa, el seguir estando en Barcelona tendrá un costo alto para su juego, lo cual solamente puede resolverse si Alexis lo transforma. Para brillar en el Barcelona Alexis deberá dejar de ser un hombre de banda, como apareció en Calama, y tal como le uso Bielsa, o un contragolpeador, casi sirviendo de media punta, como lo hizo en el Udinese.
Alexis tendrá que construir otra identidad en el fútbol, quizás convertirse en un nueve y en el primer nueve que pueda triunfar plenamente en el Barcelona de Pep. Tiene poco tiempo, el resto de la temporada y la pretemporada de la próxima seran cruciales. Como puntero, seguirá siendo útil para Pep y Messi, decisivo y con buenas decisiones para el hoyo negro llamado Messi. Pero para su propio sueno, para dar ese salto que le coloque en el Olimpo o cerquita del mismo, deberá torcer la idea de utilidad futbolistica que le ha definido su técnico. Alexis tendrá que intentar su mejor bicicleta para engañar su actual destino en el equipo azul grana. Si lo hace pasara a enfrentar lo que es su personal y propio sueno, aquel de alcanzar una de las opciones para entrar en el Olimpo del fútbol mundial.
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