sábado, enero 05, 2013

Los Centrales I: Los 80s


El central es una pieza sustantiva de todo orden futbolístico. Esa figura sintetiza y expresa la fuerza de un plantel y enarbola los valores y la mística del mismo. La presencia de un central impone respeto y cuando esa imagen es mas que un conjunto de elementos intangibles, pone un enorme talento y puede dejarnos algunas de los momentos más hermosos del fútbol. Así los apodos de los centrales son los que denotan ese valer: el León, el Mariscal, el Kaiser y el “DON”, entre otros. Como síntesis de este preámbulo para hablar de los centrales ochenteros, cabe apreciar estas escenas de Figueroa, Don Elías, ante las dos Alemanias, en el mundial del 74, las cuales deben ser algunas de las expresiones estéticas y futbolísticas más apreciables de un central en la historia del fútbol.

Elias Fgueroa compacto Mundial 1974 contra Alemania Federal



En el plano internacional, en los ochenta cabe destacar al italiano Baresi y creo que fue lejos el mejor de los centrales en una época en que la transición del fútbol contemporáneo fue evidente – empezó con España 82 y termino en un pálido Italia 90-. Fiero en la marca, con personalidad, sin ser demasiado alto, y con un sentido de la anticipación exquisito, lo cual ademas combino con un enorme amor por la camiseta del AC Milán. Jugo el mundial del 90 con una selección italiana de transición, pero ciertamente hizo grandes campanas en la mejor época del calcio italiano, los 80. Agreguemos en este escenario a Lothar Matheus, quien pasó de ser un mediocampista central a una emulación correcta del sello dejado por Franz Beckenbauer en la historia del fútbol mundial. Matthaus, rápido, de 178cm, construyó la copa del fútbol alemán en Italia 90. Sus condiciones era la gran rapidez, su enorme técnica, su disposición táctica y sobretodo su enorme valentía para salir jugando desde su propio campo de juego. Lo de Matheus era espectacular, siempre tuve la impresión que los rivales, cuando lo veían venir, lo percebían como un gigante de dos metros. Es el mejor ejemplo de lo que en fútbol podemos llamar LA PRESENCIA.

En los ochenta destacaron dos centrales en Chile que llenaron mi gusto futbolístico: Fernando Astego y Eduardo Mocho Gómez, los últimos grandes centrales del fútbol chileno. Astengo, jugo básicamente en Unión Española y Colo Colo, tenia un sentido de la anticipación maravilloso, rápido y gran rechazo, pero técnicamente no era de los mejores centrales de la historia. A pesar de sus limitaciones técnica Astengo fue a Brazil, en un momento en donde aun esa liga estaba llena de estrellas. Gómez era un crack, dentro y fuera de la cancha, el ultimo de los centrales nacidos en cancha de tierra y con un aire provinciano que lo siguió toda su carrera. Jugo en el mejor Cobreloa de todos los tiempos y destacamos dos aspectos: su enorme técnica y su gran rechazo, teniendo sentido de la anticipación, no fue mas que Astengo en ese plano. Ambos centrales terminaron ingratamente su carrera en el seleccionado nacional. Astengo en el recordado maracanazo e involucrado por ser el capitán del equipo y Gómez con un patadón dado a Francescoli que significó su expulsión en la final de la Copa América en el primer tiempo.

Más que de Elias Figueroa, crecí escuchando del Mariscal Quintano. En la casa de la rama materna de mi familia sólo se hablaba de la U. Y la figura de Quintano se empinaba como una imagen guerrera, como el de un general en el campo de batalla. Cuando me encumbre en mi pasión colocolina, Figueroa pasó a ocupar el lugar del Mariscal. Y en los últimos años de su carrera, el porte de Figueroa y su elegancia para jugar eran lo que impresionaba. En sus últimos años de carrera jugaba solo con su presencia, secundado por Leonel Herrera, al que se le conocía como el zapatitos con sangre. En los 80, en cualquier pichanga ochentera en el barrio, quien recibía el apodo del zapatito con sangre era de temer. A mediados de los 80, con el equipo del barrio, (calles mariano latorre y yungay, población fray jorge Ovalle) enfrentamos al equipo de los Mellis, un partido a 20 goles, con arcos armados con piedras. En el equipo de los Mellis estaba el zapatitos con sangre de la población y aun recuerdo el cariñito que me hizo y el túnel que le puse, jeeee, "cosas de centrales."

1 comentario:

ROBERTO E. SANCHEZ CASTRO dijo...

Hola Rodrigo:
Buen tema, y sumando un poco el central es como el hermano mayor de todos (no tiene que ver con la edad) ese que cuando tu eres niño (como la totalidad de los otros puestos en el equipo) se ponen las cosas difíciles te saca del problema con un solo movimiento. Te confieso amigo que teniendo yo muchas condiciones para jugar fútbol siempre quise ser central o libero, pero mis DTs en cadetes nunca me dejaron siempre fui medio campista o win, creo por mi contextura física (mido 1,74), pero es mi sueño frustrado salir jugando como DON ELIAS JAJAJAJ.